COMO LA
TERAPIA GRUPAL PERJUDICA MÁS QUE BENEFICIA A LOS PACIENTES CON TRASTORNO DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA (TCA).
“La relación entre el cuerpo y la comida es una
pequeña parte del problema que envuelve a los pacientes con Trastornos de la
Conducta Alimentaria (TCA). Enfermos de anorexia, bulimia u otros trastornos
alimenticios no especificados necesitan trabajar y superar conflictos
psicológicos subyacentes para lograr su recuperación”.
Las distintas asociaciones, así como muchos de
los psiquiatras y psicólogos que tratan a estos pacientes, suelen incluir
dentro de su tratamiento la terapia grupal, que supone la realizaciones de
sesiones en grupo de pacientes, coordinadas por uno o dos psicólogos, cuyo
objetivo principal es que expongan los motivos que les ha hecho llegar a la
situación de ser diagnosticadas con uno de los diferentes TCA, principalmente
anorexia y bulimia.
En concreto, la Asociación en Defensa de la
Atención a la Anorexia Nerviosa y la
bulimia (ADANER), tiene como uno de sus principales recursos los GRUPOS DE
AUTOAYUDA, que se llevan a cabo en el Hospital Niño Jesús en el caso de Madrid.
“Estos grupos, están formados por personas que comparten circunstancias o
problemas comunes, se dan apoyo y se
aportan experiencias. El grupo proporciona el saber aceptar y comprender,
de cierta manera, la enfermedad. En ellos se obtiene información, comprensión y
mejora de la autoestima”.
Estos grupos tiene como finalidad “propiciar un
cambio de estilo de vida (…), a través del establecimientos de metas reales y
saludables”, fomentando “el crecimiento y autorrealización de sus integrantes”.
Las únicas normas que se señalan para el buen
funcionamiento del grupo son: la confidencialidad, el compartir experiencias personales, vivencias, favoreciendo la
comunicación, y fomentar el apoyo emocional y la confianza en los miembros del
grupo.
Pero, además en buena parte de los casos, es
necesario, si no ya la hospitalización, si al menos el tratamiento en HOSPITAL
DE DÍA, que es una situación intermedia ente la hospitalización y el
tratamiento ambulatorio y que “sustituye a la hospitalización, cuando ésta ya
ha cumplido su función (…)”
En los Hospitales de día, una de sus formas de
llevar a cabo el tratamiento es también a través de grupos terapéuticos, “de
estructura cerrada, homogéneos (…), con un número determinado de personas (no
más de 8 o 10 personas). Estos grupos servirán para ofrecer al paciente la
oportunidad de cambios permanentes en las relaciones sociales, e incrementarán
la autoconciencia y habilidad para afrontas las emociones”, reforzando el éxito
de la terapia individual. También en el tratamiento ambulatorio se recogen, con
las mismas características que en los hospitales de día, estas terapias de grupo.
(Lechuga, L. y Gámiz, M.N. (2005). Tratamiento psicológico de los trastornos de
la conducta alimentaria. Aproximación cognitivo-conductual. Centro de Psiclogía
Clínica “Nilo”. Málaga).
Pero hay que tener en cuenta las
características de las personas que padecen TCA, principalmente en el caso de
la anorexia que en la mayoría de los casos manifiestan una “negación del hambre
y la enfermedad, llegando a considerar su conducta alimentaria como normal e,
incluso, motivo de orgullo” http://www.gaztebizz.eus/gazteinfo/ficha_detalle.asp?Tem_Codigo=290&Idioma=CA&ID=3233&P=P&H=&IdP=11866&IdGr=1926 y
que “los diagnósticos señalan que, las personas afectadas, no aceptan que su
pérdida de peso se deba a una enfermedad y no se preocupan por ella” y que “se
sienten contentas de su delgadez y de poder dominar completamente la forma de
su cuerpo”. http://salud.kioskea.net/#ID=338&module=faq, a
parte de la tremenda capacidad que tienen para ocultar su situación y mentir
acerca de sus comportamientos dañinos para esas mismas personas.
A
tenor de lo expuesto, puedo concluir que la terapia grupal no beneficia (al
menos a todas no) a las personas que padecen TCA ya que, en ellas, se reúnen a
personas que llevan a cabo una serie de trucos y tretas, que tienen un
conocimiento importante de todas las formas posibles de perder peso o de que la
comida no se acumule en su cuerpo, como medicamentos (laxantes, diuréticos,
píldoras para adelgazar), trucos para vomitar de manera más sencilla y sin
hacer ruidos, como hacer ejercicio mientras se está estudiando o trabajando,
cuando no pueden tener un desgaste físico como quisieran, de maneras de ocultar
la comida, etc. Es decir, sí estoy de acuerdo en que cuentan sus experiencias,
poniendo límites claros de lo que se puede o no se puede contar. Pero estas
experiencias, el resto de participantes de los grupos de terapia que no se
encuentren motivadas para salir de la enfermedad, pueden utilizar para
perjudicarse más. E, incluso, en aquellas personas que están motivadas, el
hecho de que se rememoren situaciones, que se produzca una comparación entre
los miembros del grupo, en cuanto al su aspecto físico, puede ser
contraproducente no ya para su recuperación sino para volver a recaer de forma
más agresiva en la enfermedad.
Y,
aun poniendo límites claros en lo que pueden contar, cuando terminan de las
sesiones, pueden quedar, darse sus teléfonos, etc., por lo que, como tampoco
considero que tengan que ir constantemente acompañadas, estas terapias grupales
pueden producir el efecto contrario para el que se supone que tienen.
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